Mi primer empleo
Todavia no había terminado la carrera de Psicología en la UASD, cuando el profesor Miguel Escala se acercó a mi butaca y de manera espontánea, casi sin pensarlo, me ofreció mi primer empleo. Sé que para Escala ese fue un acto de poca significación en su vida. Para mí fue lo más grandioso que en ese momento me pudo pasar.
Durante el último semestre me había propuesto la idea de conseguir un empleo. Pensaba, como lo piensan muchos, que graduarse en la universidad era una forma de progresar. Y como joven, confiaba en que la universidad, naturalmente, me traería el progreso.
Las estadísticas del desempleo juvenil son tan altas en la República Dominicana, que pudieran dar la impresión de que es poco lo que se puede hacer con un título universitario. Todos los años las universidades lanzan cientos de profesionales a un mercado de trabajo que no los está esperando. La mayoría de los jóvenes menores de 25 años está desempleada o sub-empleada. El aparato productivo es incapaz de asimilar semejante avalancha de profesionales, las universidades e institutos están cada vez más desfasados de la realidad laboral y cada día los diplomas valen menos.
Para alargar su ciclo productivo, los jóvenes estudian maestrías y doctorados, y mientras más altos se proyectan, más pesada se hace la carga de la frustración. Abogados, médicos, ingenieros, contadores y mercadólogos, odontólogos y enfermeros, esperando la respuesta de un futuro que es incierto y que en mucho de los casos depende del padrinazgo de algún mecenas o simplemente de la buena suerte, como me pasó a mí y ha debido pasarle a muchos otros jóvenes.
Mientras tanto, el mercado, incapaz de dar respuestas, reduce profesionalmente a esos recién graduados, ofertándoles empleos cuyo desempeño está muy por debajo de sus capacidades. Médicos que se dedican a “taxiar”, ingenieros trabajando detrás del mostrador de un colmado, contadores que venden zapatos en las tiendas, abogados que se ganan la vida haciendo lo que sea, enfermeras que se emplean en salones de belleza, arquitectos que se convierten en buhoneros, agrónomos recogiendo tomates en fincas de terratenientes, mercadólogos y administradores de empresas queriendo levantar microempresas pero sin recursos.
No es fácil el primer empleo en la República Dominicana.
Sin embargo, donde la situación se torna más complicada es en aquella multitud de jóvenes de las clases más pobres que no son bachilleres o que simplemente no han asistido a ninguna escuela. Aquí es donde se erige la universidad de la delincuencia y del tráfico de drogas.
La cantidad de profesionales jóvenes sin empleos, ya de por sí es una gran preocupación, pero más grande es la cantidad de aquellos que no saben hacer ningún oficio, que no asisten a la escuela y que no tienen ningún tipo de herramienta educacional para insertarse en un mercado de trabajo que cada día se hace más exigente.
Los gobiernos, inquietados por la situación, definen políticas de empleos. La mayoría no son más que herramientas teóricas. El problema adquiere dimensión global. La OIT informa que más de 1000 millones de personas están desempleadas en el mundo. Las propuestas de soluciones abundan, pero el problema sigue.
Si los gobiernos no intervienen en esta realidad estamos perdidos. La transición que debe darse del sistema educativo al mercado laboral tiene que ir acompañada de acciones explícitas del Estado. En un país como la República Dominicana, con una población de 10 millones de habitantes y donde el sector productivo apenas puede absorber 1, 300, 000 de empleos formales, el establecimiento de una política clara y eficiente de empleo juvenil es vital para la salud física y espiritual de la sociedad.
Adaptar los sistemas educativos a las necesidades del mercado ayuda, pero no resuelve el problema. Una política de empleo juvenil debe estar orientada mayormente a los grupos menos favorecidos del mercado laboral, que representan más del 70% de la población. Qué hacer con el joven analfabeto o semianalfabeto, qué hacer con el que no ha aprendido ningún oficio, qué hacer con el que se dedica a prácticas ilícitas, qué hacer con el que quiere pero no puede?
Evidentemente la clave está en la educacion y el crecimiento económico.
La estrategia de concentrar grandes recursos económicos, léase el 4%, en la mejora del sistema educativo primario y secundario podría ser la respuesta a mediano y largo plazo, siempre que se aborden los aspectos fundamentales que rigen la educación como instrumento de desarrollo y cambio. Una educación de calidad le proporcionaria a esta masa de jovenes semi-iletrados las herramientas para accesar al mercado laboral en mejor forma y con las habilidades necesarias para competir.
Sin embargo, persisten los cuestionamientos acerca de la capacidad de nuestra economía para generar los empleos que demandaría una acción como esta. Si la transformacion del sistema educativo no va acompañada de una estrategia de crecimiento economico, el fenomeno del desempleo juvenil desbordaria sus limites y las estadísticas de jóvenes preparados esperando una respuesta de calidad del mercado de trabajo serían inmensas.
Ahí tenemos el ejemplo de Cuba, donde por muchos años se ha priorizado la educación de niños y jóvenes, pero que debido a la marcada ineficiencia de su aparato productivo para crecer y generar empleos, se ha reproducido, en gran escala, el fenómeno, ya muy común en la República Dominicana, de jóvenes egresados de las universidades dedicados a labores que nada tienen que ver con lo que les enseñaron. Mientras en nuestro pais esa situación es grave, en Cuba es mucho peor, debido a que ya no son simples recien graduados los que se la buscan como sea en las calles, sino cardiologos, neurocirujanos, cientificos y eminencias de todas las ramas del saber.
Conjugar un sistema educativo eficiente y transformador con una economía fuerte y en crecimiento permanente no es una tarea sencilla. Pero esta es la respuesta a los problemas que genera el desconcertante fenómeno del desempleo junvenil, no solo para la República Dominicana, sino para cualquier país que se encuentre colocado en este planeta que se llama Tierra.
|
No hay comentarios.:
Publicar un comentario