El Embajador de República Dominicana en Estados Unidos, José Tomás Pérez, publicó este verano su primera novela, “La gente detrás del muro”, que indaga en las dicotomías que plagan la realidad dominicana y, por extensión, la latinoamericana.
En una entrevista con Alban Zamora, presentador de Telemundo 44, el también ex precandidato presidencial habló sobre el origen del relato, que tardó más de dos años en concretar, la existencia de las barreras físicas e imaginarias y la utilidad – o mejor dicho inutilidad- de los muros.
Cuéntenos un poco de esta publicación “La gente detrás del muro”
JTP: Esta es mi primera experiencia como novelista. Desde la juventud, venía leyendo, era un lector de los clásicos de la lectura, y de manera muy particular de la literatura latinoamericana. Yo soy un gran admirador de García Márquez, Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Juan Rulfo. Y naturalmente, en algún momento de mi vida sabía que tenía que escribir porque escribía desde joven. Lo único que no tuve la oportunidad por las actividades políticas. Para escribir una novela se necesita no un espacio físico, sino una mental.
Nosotros tratamos de representar en esta novela lo que es la idiosincrasia del pueblo latinoamericano. Su pensamiento, su psicología, su forma de manejarse en términos de la política, el aspecto simple en que se manifiestan los elementos de la cultura latinoamericana. Esta es una novela en la que yo quiero abarcar en una manera bastante gráfica y descriptiva la forma de pensar.
“La gente detrás de un muro” es un título muy sugestivo. Alguien que no entienda muy bien de que va el libro puede creer que habla quizás de la crisis de migrantes en la frontera. Pero no se trata de eso. No se trata específicamente de México y Estados Unidos.
JTP: La verdad muchos de los que han leído, hasta la mitad del libro no saben por qué el muro. Pero el muro es un elemento, no solo físico sino simbólico. Es la pared que separa la pobreza del desarrollo. Ese desarrollo que no le llega a la gente pobre. Ese desarrollo que lo ven desde lejos, como dice el libro, a través de un muro. Y más o menos queremos representar, en ese elemento simbólico, la división casi inseparable de dos países, de dos República Dominicana, una República Dominicana pobre, cuya gente no tiene acceso a servicios básicos, y una República Dominicana próspera, que ante los ojos del mundo parece otro país. Pero en sentido general, va orientada a una comprensión, a un elemento compre nsivo de lo que es la realidad de Latinoamérica.
Ahora, a veces se habla mucho del debate de dividir México y Estados Unidos, Haití y República Dominicana. La idea de un muro físico, a usted personalmente, ¿qué le hace pensar?
JTP: Yo vi en estos días una foto muy descriptiva sobre la inutilidad de los muros físicos, y era de los militares mirando desde lejos a los migrantes trepar la parte del muro que hay creo que en California, en Tijuana. Y así lo veo. Un muro no es nada que vaya impedir lo que tú quieras impedir, por ejemplo, un flujo de migración ilegal. Un muro es un elemento físico fácil de abordar o por arriba o por abajo o trepándolo y escarbando por debajo de su base. Es un esfuerzo inútil, es un dinero que tampoco vale la pena gastar. En República Dominicana, hay algunos que piensan que la construcción de un muro en la frontera evitaría la inmigración ilegal, pero nada de eso es real. Lo único que evita la inmigración es tratar de que los pueblos puedan darle a su gente lo que necesita. Porque el que migra de un país a otro no lo hace ni por deseo ni por complacencia ni por turismo, lo hace por necesidad, porque no puede resistir una situación particular dentro de su país y se ve obligado a emigrar. Por eso es que desde ese punto de vista no creo que un muro tenga ninguna significación ni utilidad práctica.
Cómo se puede ayudar a esas personas que sufren de distintas maneras detrás de esos muros físicos y culturales.
JTP: El mundo, sobre todo los países desarrollados, gastan una inmensidad de dinero en armamentos, en cosas que no tienen nada que ver con la vida humana. Yo creo que la solución al problema de la pobreza es tratar de pensar en cosas que sean productivas. Tratar de remunerar de alguna manera esa condición humana. Que no gastemos tanto en cosas inútiles y que invirtamos más en la gente. A los gobiernos que pensemos en sus ciudadanos, en las cosas que pueden dar origen a una vida mejor, como crear empleos, buscar maneras positivas de vivir. Y esa es la vacuna contra la inmigración no solo hacia Estados Unidos o a Republica Dominicana sino a cualquier país del mundo.
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